Esto es una revolución, una transformación de situaciones, ciudades, espacios, experiencias, mentes y también de los modos en que las criaturas compartimos este mundo.
Implica experimentar nuestro mundo poéticamente en lugar de funcionalmente.
Crecemos en este mundo aprendiendo que todas las cosas tienen un nombre y una función dispuestos para satisfacer nuestras necesidades. Nos hemos alejado de la naturaleza, que es impredecible y caótica. Hemos creado el espacio urbano, y nos mudamos allí. Las ciudades crecen y seguirán creciendo aún más en el futuro, como espacios diseñados para respaldar y complacer la vida humana. Son un paisaje controlado por nosotros que alimenta nuestra sensación total de “estar en control”.
Mirá a tu alrededor; todo está ahí para vos. El vaso está para beber, la silla para sentarse, la calle para caminar, las flores para perfumar, las luces para no perderse. El espacio urbano nos hace creer que somos el centro de todo y que todo está bajo control.
Pero hay otro modo de experimentar el mundo. Un modo de existir más caótico, más resbaladizo. Es posible experimentar la vida como un inagotable espacio de maravillas; en donde nosotros mismos formamos parte de una sinfonía poética de colores, perfumes, texturas, sonidos, movimientos, pasiones, explosiones, y creaciones.
¡Liberá la vida poética!
Experimentá tu mundo poéticamente. Tu vaso puede ser agrupado de a centenares al costado de una calle, creando imágenes y sonidos nuevos para explorar. La calle puede estar vacía o repleta de gente sentada en el cordón (¡bendito sea el que encuentre lugar!). Las luces pueden dispararse hacia abajo, haciendo explotar el vidrio de los vasos, transformándose en chispas de agua blanca. Las flores... ellas son las sirenas de este manifiesto.
Entonces, cuando estés ahí, perdido en el remolino, empapado de todo... La Revolución Poética ya empezó!